Si partimos de una visión muy amplia, la necesidad de conocimiento ha sido una urgencia permanente de los seres humanos desde el principio de las sociedades. Entonces educar es una manera de saciar esa sed de aprendeher el mundo, de descubrir la naturaleza de los seres humanos y del universo inmediato que lo rodea. Además la educación es un síntoma de desarrollo: la educación libera mentes y forma seres humanos.
Según Jaeger la educación es el principio mediante el cual la comunidad humana conserva y trasmite su peculiaridad física y espiritual. Sin embargo, para el mundo occidental la sistematización del conocimiento colectivo y del desarrollo de la cultura comienza con los griegos.
Esta sistematización de los conocimientos colectivos permitió desarrollar formas organizadas de pensamiento, la filosofía; así también propició la necesidad de contar historias, de exponer el mundo individual hacia la comunidad y de plantear problemáticas sociales mediante la literatura. Estos fueron los resultados de una forma de pensamiento genial, que pretendía un modelo de ser humano sumamente complejo, cultivar una forma de vida que se basa en el constante crecimiento intelectual y espiritual.
En este sentido los clásicos implican la educación. Esta afirmación no es excluyente, es decir que el planteamiento de Jaeger podría ampliarse temporalmente y espacialmente. Podríamos coincidir en que es imprescindible el acercamiento a los clásicos griegos, pero también sería válida la tesis de Italo Calvino acerca de que “un clásico es un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes” y que, entonces, son la sociedades las que impulsan la existencia de los clásicos, lo que nos conectaría con el planteamiento de Borges.
Para nosotros, el acercamiento a la cultura helénica constituye un eje indispensable en la educación. Acercarse al origen de la estructura del pensamiento que nos constituye (en una parte muy grande) como sociedad y que define nuestra concepción de cultura es una cuestión sumamente necesaria y placentera. La influencia que estos textos tienen en nuestro carácter de seres humanos hace que se mantengan vigentes a través de los tiempos y de los espacios geográficos.
Sin embargo es importante reconocer, y en esto discrepo con Jaeger, que otras sociedades que han desarrollado formas de sistematizar el conocimiento son igual de fundamentales como los griegos y en nuestro contexto, las sociedades ancestrales como los náhuatl o los incas deben ocupar un sitio igual de importante puesto que son quienes configuran la otra parte de nuestro pensamiento como colectivo. Y así como nosotros tenemos estas sociedades constitutivas en Europa y Asia también hay culturas ancestrales que son base de los caracteres nacionales
Según Jaeger la educación es el principio mediante el cual la comunidad humana conserva y trasmite su peculiaridad física y espiritual. Sin embargo, para el mundo occidental la sistematización del conocimiento colectivo y del desarrollo de la cultura comienza con los griegos.
Esta sistematización de los conocimientos colectivos permitió desarrollar formas organizadas de pensamiento, la filosofía; así también propició la necesidad de contar historias, de exponer el mundo individual hacia la comunidad y de plantear problemáticas sociales mediante la literatura. Estos fueron los resultados de una forma de pensamiento genial, que pretendía un modelo de ser humano sumamente complejo, cultivar una forma de vida que se basa en el constante crecimiento intelectual y espiritual.
En este sentido los clásicos implican la educación. Esta afirmación no es excluyente, es decir que el planteamiento de Jaeger podría ampliarse temporalmente y espacialmente. Podríamos coincidir en que es imprescindible el acercamiento a los clásicos griegos, pero también sería válida la tesis de Italo Calvino acerca de que “un clásico es un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes” y que, entonces, son la sociedades las que impulsan la existencia de los clásicos, lo que nos conectaría con el planteamiento de Borges.
Para nosotros, el acercamiento a la cultura helénica constituye un eje indispensable en la educación. Acercarse al origen de la estructura del pensamiento que nos constituye (en una parte muy grande) como sociedad y que define nuestra concepción de cultura es una cuestión sumamente necesaria y placentera. La influencia que estos textos tienen en nuestro carácter de seres humanos hace que se mantengan vigentes a través de los tiempos y de los espacios geográficos.
Sin embargo es importante reconocer, y en esto discrepo con Jaeger, que otras sociedades que han desarrollado formas de sistematizar el conocimiento son igual de fundamentales como los griegos y en nuestro contexto, las sociedades ancestrales como los náhuatl o los incas deben ocupar un sitio igual de importante puesto que son quienes configuran la otra parte de nuestro pensamiento como colectivo. Y así como nosotros tenemos estas sociedades constitutivas en Europa y Asia también hay culturas ancestrales que son base de los caracteres nacionales
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