Ulises mañero, el prudente Odiseo

Ulises fecundo en ardides, el prudente Odiseo.

Somos alimentados con las enseñanzas de
Homero, y amamantados con sus palabras,
Como si absorbiéramos la leche de sus versos.[1]




El héroe de la palabra, el protegido de Atenea, el más astuto entre los helenos. Cuando nos adentramos en los textos homéricos, se figuran dos imágenes de Odisea. En primer lugar aparece la silueta del héroe sagaz en la Iliada, es decir el hombre que se vale de mañas y tretas para conseguir sus fines. Sin embargo, estas mañas no constituyen un elemento negativo en Odisea, más bien son caracteres que lo distinguen y hacen que destaque entre los aqueos y además hacen que incluso los atridas pidan consejo a Ulises.

La construcción de Ulises en la Iliada es la del guerrero estratega. Esto lo convierte en héroe, de hecho esa es la virtud principal de Odiseo a quién acuden por su poder de palabra y agilidad de pensamiento. Si bien es cierto que para el pueblo griego tiene que existir un complemento entre la capacidad belicosa y la capacidad de palabra, ciertos guerreros desarrollan una capacidad más que la otra. Este es el caso de Odisea y de Áyax Telamonio, ambos guerreros tienen una destreza más virtuosa que la otra. Por eso son los dos candidatos para recibir las armas de Aquiles. Aunque por derecho le correspondían a Áyax, las armas le fueron otorgadas a Odiseo. Tal vez el compositor de la Iliada concebía una madurez posterior en Odiseo que se daría solo con su dificultad para cumplir el Nostos.

El desarrollo del personaje a lo largo de la Iliada le otorga además un rol de mediador mas no de sabio. Ulises es inteligente, pero no ha llegado a la sabiduría. Ulises tiene una gran capacidad para intuir a las personas, para convencerlas y para mediar en los conflictos. A pesar de ello, Palamedes es muerto gracias a Ulises. Entonces, Ulises todavía no tiene un conocimiento profundo de sí mismo, no tiene las suficientes herramientas que le permitan tomar decisiones más allá de sus propios requerimientos. Ulises es más complicado que otros aqueos, porque es los suficientemente inteligente como para superar la urgencia por satisfacer sus necesidades básicas. Ulises va más allá, pero no hacia la sabiduría, no hacia la Areté guerrera sino hacia la venganza, hacia su propia forma de ejercer justicia. La figura de Ulises se dibuja más compleja que la de otros helenos.

La Iliada habla de la cólera de Aquiles, el mayor guerrero de todos los tiempos. La Iliada habla de héroes, grandes guerreros y entre todos ellos Ulises aparece como una figura intermitente, no así menos importante. Es un guerrero que no alcanza una principalía, pero su presencia es fundamental para el triunfo de los aqueos en Troya sobre todo en las incursiones en la ciudad amurallada. A pesar de ello Ulises es increpado por dos ocasiones la primera por Agamenón y la segunda por Diomedes porque lo acusan de cobardía en el combate:

(…) Entonces os gusta comer carne asada y beber sin tasa copas de dulce vino, y ahora veríais con placer que diez columnas aqueas combatieran delante de vosotros con el cruel bronce. (…)
-¡Atrida! ¡Qué palabras se te escaparon del cerco de los dientes! ¿Por qué dices que somos remisos en ir al combate? Cuando los aqueos excitemos al feroz Ares contra los troyanos domadores de caballos, verás, si quieres y te importa, cómo el padre de Telémaco penetra por las primeras filas de los troyanos, domadores de caballos. Vano y sin fundamento es tu lenguaje[2]

El segundo reclamo es hecho por Diomedes, sin embargo ante este reclamo Ulises hace oídos sordos y huye porque sabe que su bravura no es suficiente como para enfrentarse a Héctor en defensa de Néstor. Ulises huye por salvar su propia vida mientras que Diomedes está dispuesto a luchar por defender la vida de otro:


-¡Laertíada del linaje de Zeus! ¡Ulises, fecundo en ardides! ¿Adónde huyes, confundido con la turba y volviendo la espalda como un cobarde? Mira que alguien, mientras huyes no te clave la lanza en el dorso. Pero aguarda y apartaremos del anciano al feroz guerrero.
Así dijo, y el paciente divino Ulises pasó sin oírlo, corriendo hacia las cóncavas naves de los aqueos.[3]


En la Iliada se puede observar a un Ulises joven, un hombre fuerte y admirable y además se figura un hombre digno de ser amado. Helena desde la muralla, en el canto III, habla con un cariño especial, con una profunda admiración por Ulises. Esta mirada se proyecta a lo largo de la composición de modo que Ulises aparece por sí mismo y por los otros, así se convierte en una figura intermitente que nos llena de incertidumbres. Todos los héroes que aparecen la Iliada tienen acciones que los caracterizan, que los distinguen, Ulises se presenta como una incógnita: el tiene el don de la palabra, tiene bravura en el combate y tiene a su mente trabajando en algo inexpugnable.


Al momento le respondió Helena, hija de Zeus:
-Aquél es el hijo de Alertes, el ingenioso Ulises, que se crió en la áspera Ítaca; tan hábil en urdir engaños como en dar prudentes consejos.
(…) El ingenioso Ulises, después de levantarse, permanecía en pie con la vista baja y los ojos clavados en el suelo, no meneaba en cetro que tenía inmóvil en la mano, y parecía un ignorante: lo hubieras tomado por un iracundo o por un estúpido. Mas tan pronto como salían de su pecho las palabras pronunciadas con voz sonora, como caen en invierno los copos de nieve, ningún mortal hubiese disputado con Ulises.[4]



He ahí que Ulises se dibuja como un héroe necesario, pero con menor impulso guerrero y con mayor sentido orador. El Ulises que aparece en la Iliada está caracterizado por epítetos como: el ingenioso Ulises, el divino Ulises, Ulises fecundo en ardides, Ulises asolador de ciudades, Ulises igual a Zeus en prudencia. Con ello sabemos las cualidades de Ulises.

Pero la metamorfosis de Ulises, fecundo en ardides al prudente Odiseo se da gracias al viaje terrible que tiene que realizar para llegar a casa. Así como Odiseo goza del favor de dioses que se caracterizan por el ingenio, tiene que cargar a cuestas la furia de un dios belicoso como Poseidón. El cambio de Odiseo opera a nivel interior más que ha nivel exterior, es decir además del viaje externo que hace en la Odisea hay un viaje interior profundo que implica una madurez del héroe. Su astucia característica, su conocimiento basto se convierten en sabiduría, porque implican una exploración en su propio interior, en su propia humanidad para reconocerse y elegir la opción que le brinda la vida humana.

El Ulises que aparece en la Odisea es producto de esta metamorfosis, pero es posible percibir su proceso de cambio, es decir hay una abismal diferencia entre el Odiseo que parte desde Troya hacia su casa. Cuando Odiseo relata sus penurias es conciente del designio de los dioses y asume su propia responsabilidad en el castigo impartido por los dioses. Odiseo es un hombre que ha sufrido mucho y con el sufrimiento ha aprendido a conocerse a sí mismo y a reconocerse entre otros seres humanos. Para ello ha tenido que a estar solo en Ogigia y echar en falta la compañía de otros seres humanos. Odiseo renuncia a la posibilidad de la inmortalidad y decide quedarse con lo que ha forjado en la tierra. Esto demuestra su amor por la vida, pero su amor mayor por su humanidad.

Soy Ulises Laertiada, famoso entre todas las gentes por mis muchos ardides; mi gloria ha subido hasta el cielo. Mi mansión está en Ítaca insigne en el mar (…) Aunque abrupta, sustenta valientes muchachos; no hay nada que se muestre de amable a mis ojos igual que mi tierra; la divina entre diosas Calipso retúvome un tiempo en sus cóncavas grutas, ansiosa de hacerme su esposo y asimismo la ninfa de Ea, la pérfida Circe, pretendió que, cautivo en sus salas, casara con ella. Mas ni la una ni la otra dobló el corazón en mi pecho, porque nada es más dulce que el propio país y los padres aunque alguien habite un rica y opulenta morada en extraña región, sin estar con los suyos (…)[5]



El héroe de la Odisea es el héroe del Nostos. “Por tanto la novedad de la Odisea es haber enfrentado a un héroe épico como Ulises “con hechiceras y gigantes, con monstruos y devoradores de hombres”, es decir, en situaciones de tipo de saga más arcaica, cuyas raíces han de buscarse “en el mundo de la antigua fábula y directamente de primitivas concepciones mágicas y xamánicas””[6]. Odiseo ya no es el héroe de guerra, a pesar de que tiene que luchar contra los pretendientes; Ulises es el héroe triunfador que regresa a casa después de luchar con otros, pero sobre todo después de luchar contra sí mismo, contra sus propios errores, contra sus propias vilezas. Y regresa sabio a la patria porque debe cumplir el Nostos, pero ha cambiado: ha envejecido, ha conocido la muerte al bajar al Hades, ha sido tentado por la inmortalidad con Calipso, ha sufrido naufragios, la estupidez de sus compañeros lo ha castigado alejándolo un y otra vez de casa; entonces el Nostos de Ulises es más valioso porque Odiseo no es el mismo, ahora es héroe porque ha escogido vivir, envejecer y morir en su tierra, con los suyos.


BIBLIOGRAFÍA:

Calvino, Iltalo, “Las Odiseas en la Odisea” en Por qué leer los clásicos, Tusquets, Barcelona, 1992

Doods, E.R, Los griegos y lo irracional, Alianza, Madrid, 1983

Heráclito, Alegorías de Homero, Gredos, Madrid, 1989

Homero, La Iliada, Mestas, Madrid, 1999

Homero, La Odisea, Gredos, Barcelona, 2007

Kirk, G.S, Los poemas de Homero, Paidós, Barcelona, 1985
[1] Heráclito, Alegorías de Homero, Gredos, Madrid, 1989, pág 32.
[2] Homero, La Iliada, IV, 343-350
[3] Ibidem, VIII, 93-97
[4] Ibidem III, 199-202,212-224
[5] Homero, Odisea, IX, 20-36
[6] Italo Calvino, “Las Odiseas en la Odisea”, pág. 27

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