La tragedia de Eurípides trata el motivo del extranjero y de la visión del otro. El principal rol de Medea es el de la crítica a la sociedad ateniense, de ahí porque la tragedia ganó el tercer premio y no el primero cuando fue presentada.
La Medea que Eurípides presenta en su obra es una mujer fuerte con una necesidad de hacer oír su voz. Es una mujer que defiende su derecho a ser tomada en cuenta, respetada y sobre todo ella defiende el derecho a la visibilidad.
En la tragedia de Eurípides Medea tiene un monólogo que cuestiona el papel de las mujeres en las vidas de los hombres, pero además de ello habla de las reacciones que el ser humano tiene frente al prójimo, frente al desconocido y frente al extranjero. En el monólogo Medea ataca a la inconsecuencia de los hombres entre palabra y acto, entre el ámbito privado y público. Resulta admirable este monólogo, ya que critica mordazmente a la función social de la mujer. Es una bofetada al sistema patriarcal heleno. Eurípides le da volumen e importancia excepcional a una mujer que, desde todos los puntos de vista, debería ser proscrita: en primer lugar es extranjera, es mujer y tiene conocimiento. Lo que hace el tragediógrafo, en vez de censurarla, es darle la posibilidad de defenderse y de ser escuchada. Brinda al espectador la posibilidad de mirar a Medea como la inmolada, y mirar qué pasa con el ser humano en aquel tiempo, cuál es el juego que se establece entre lo legítimo y lo legal. Esto se expresa mejor en el hecho de que Medea no es legalmente la esposa de Jasón, lo que le permitió a él hacer esa treta para convertirse en el rey de Corinto. Pero esa acción de Jasón solo legitima más su unión con Medea, porque aparece como un ser ambicioso y mezquino que busca satisfacer sus propios caprichos, mientras que Medea es una mujer mancillada, el contraste hace que esta unión tenga mayor validez: es el amor en contra del poder.
¡Oh, mujeres corintias! Salgo de casa por que
reproches no me hagáis; pues, mientras sé que muchos
hombres, tanto en privado como en el trato externo,
orgullosos realmente se vuelven, a otros hace
pasar por indolentes su tranquilo vivir.
Que no son siempre justos los ojos de la gente
y hay quien, no conociendo bien la entraña del prójimo,
le contempla con odio sin que haya habido ofensa.
Y, si debe el de fuera cumplir con la ciudad,
no alabo al ciudadano que amargo y altanero
con los demás se muestra por su falla de tacto.
Pero a mí este suceso que inesperado vino
me ha destrozado el ánimo; perdida estoy, no tengo
ya a la vida afición; quiero morir, amigas.
Porque mi esposo, el que era todo para mí, como
sabe él muy bien, resulta ser el peor de los hombres.
De todas las criaturas que tienen mente y alma
no hay especie más mísera que la de las mujeres.
Primero han de acopiar dinero con que compren
un marido que en amo se torne de sus cuerpos,
lo cual es ya la cosa más dolorosa que hay.
Y en ello es capital el hecho de que sea
buena o mala la compra, porque honroso el divorcio
no es para las mujeres ni el rehuir al cónyuge.
Llega una, pues, a nuevas leyes y usos y debe
trocarse en adivina, pues nada de soltera
aprendió sobre cómo con su esposo portarse.
Si, tras tantos esfuerzos, se aviene el hombre y no
protesta contra el yugo, vida envidiable es ésta;
pero, si tal no ocurre, morirse vale más.
El varón, si se aburre de estar con la familia,
en la calle al hastío de su humor pone fin;
nosotras nadie más a quien mirar tenemos.
Y dicen que vivimos en casa una existencia
segura mientras ellos con la lanza combaten,
mas sin razón: tres veces formar con el escudo
preferiría yo antes que parir una sola.
Pero el mismo lenguaje no me cuadra que a ti:
tienes esta ciudad, la casa de tus padres,
los goces de la vida, trato con los amigos,
y en cambio yo el ultraje padezco de mi esposo,
que de mi tierra bárbara me raptó, abandonada,
sin patria, madre, hermanos, parientes en los cuales
pudiera echar el ancla frente a tal infortunio.
Mas, en fin, yo quisiera de ti obtener sólo esto,
que, si un medio o manera yo encuentro de vengar
el mal que mi marido me ha hecho, callada sepas
estar. Pues la mujer es medrosa y no puede
aprestarse a la lucha ni contemplar las armas,
pero, cuando la ofenden en lo que toca al lecho,
nada hay en todo el mundo más sanguinario que ella.[1]
Christa Wolf se basa en este monólogo para desarrollar su novela Medea. La construcción compleja que la autora hace a partir de los motivos, valores, concepción espacio-temporal se manifiesta a través de monólogos que cuentan la historia desde diferentes perspectivas. Esto da la idea de tridimencionalidad que hace que el texto tenga un juego de realidades múltiples. Esto se debe a que se trata de una novela, lo que permite un mayor desarrollo de los personajes a nivel psicológico. En la tragedia tienen, los personajes tienen una profunda complejidad psíquica, sin embargo es el espectador quien otorga más o menos carga psicológica a determinado personaje.
Así como Eurípides, Christa Wolf aborda la personalidad de las mujeres como uno de los ejes centrales de la obra. Los personajes más complejos son los femeninos. Medea, entonces, es el personaje más complejo de la obra, precisamente porque la fábula gira entorno a su conflicto; es un personaje que, a través de sus divagaciones mentales que en un principio no son muy ordenadas, logra mostrarse e involucrarse psicológicamente con el lector. En este punto el texto de Wolf plantea un paralelismo con el texto clásico, es decir se produce una transposición, porque los valores del personaje se han modificado y Medea se ha transvalorizado. La autora ha conservado la voz que ha creado Eurípides y la fuerza de la figura de Medea, pero además ha revalorizado su sensibilidad, y le ha otorgado la posibilidad de la redención: en la novela de Christa Wolf no es Medea quien asesina a sus hijos, es el pueblo de Corinto.
Muertos. Los han asesinado. Lapidado, dice Arinna. Y yo que había pensado que su sed de venganza pasaría cuando yo me fuera. No los conocía.
Qué monstruo ha conducido aquí a Arinna. ¿Quieren enseñarme los dioses a creer en ellos de nuevo? Sólo puedo reírme. Ahora estoy por encima de ellos. Pueden tocarme con sus órganos crueles, que no encontrarán en mí ningún rastro de esperanza, ningún rastro de miedo. Nada, nada. El amor se ha roto, y también el dolor ha cesado. Soy libre. Sin desear nada escucho el vacío que me llena por completo.[2]
El recurso estilístico del monólogo interior permite un acercamiento competo al texto por parte del lector: se produce una relación entre los personajes, la historia y el lector.
El conocimiento también es uno de los motivos principales en ambas obras; el conocimiento desde la tragedia clásica se subdivide en el conocimiento del otro, en el conocimiento de uno mismo y en conocimiento práctico. En el primer caso es el conflicto que causa ser extranjero y las desventajas que ello acarrea consigo. El ser humano siente temor frente a lo que desconoce; un extranjero es un desconocido y por lo tanto infunde temor. Eurípides logra reflejar la insensatez de los seres humanos al pretender ser mejores que otros solo porque creen ser dueños del país en el que viven. Christa Wolf se acerca a su obra desde el motivo del conocimiento y desarrolla el submotivo del cultivo del conocimiento en la mujer.
En la obra de Christa Wolf , el pueblo de Corinto mira a Medea como una construcción moldeable que se presta para adoptar cualquier forma de acuerdo a su conveniencia: su figura se levanta gracias a los rumores y las cosas que se dicen acerca de sus acciones. Primero Medea es una mujer sabia que salva la vida del pueblo, pero luego se convierte en una bruja y un mal de los peores que ha sucedido en ese territorio.
El desarrollo del motivo del conocimiento se manifiesta aquí, al igual que en la tragedia de Eurípides: una mujer que conoce es peligrosa y Medea sabe mucho más de lo que las mujeres corintias pueden saber, además es peligrosa porque es extranjera y los extranjeros son los primeros culpables de cualquier mal. Entonces, uno de los principales tratamientos que se le da al motivo del conocimiento es el peligro del conocimiento en manos de quienes no tienen acceso al poder, el conocimiento es poder y Medea tiene conocimiento que amenaza a lo establecido. Luego, se produce una transmotivación, ya que Christa Wolf pone mayor énfasis en esto que Eurípides.
La temática de la xenofobia se presenta, tanto en el hipotexto como en el hipertexto, como submotivo del motivo del conocimiento. La xenofobia, este desconocimiento del otro, se expresa como prejuicio social en la medida de que pueblos tan fuertes como el Corintio necesitaban afirmarse encontrando en el otro todas las falencias que ellos creen no tener. Por medio esta afirmación los pueblos pueden establecer los parámetros morales: lo que hacemos nosotros es lo correcto y lo que hacen ellos es lo incorrecto. Esta característica acentúa el dramatismo porque refuerza la imagen de Medea como mujer desprotegida en un ambiente hostil por su condición de extranjera. Ella ha perdido su jerarquía y ha sido despreciada por el hombre que ella ama, esta situación demuestra cómo el ansia de poder de Jasón y la capacidad de proyectar una imagen poderosa ayudan a destruir la imagen de Medea y muestran a Jasón como el primer destructor de la imagen de su esposa. Los personajes han sido transvalorizados, Medea porque ha sido redimida por Wolf y Jasón porque ha perdido su voz, es decir que se ha vuelto presa de sus ambiciones y su imagen es la de un hombre pusilánime y cobarde. Eurípides muestra a este Jasón, pero le da derecho a hacer escuchar su voz, a explicarse. De ahí que se produce una revalorización en Medea y una devalorización en Jasón
La presencia femenina es obviamente más fuerte que la masculina en la obra, los personajes femeninos son mucho más complejos que los masculinos; las mujeres operan un cambio, sobre todo Medea. En el primer monólogo la presencia de la madre de Medea en un apostrofe como un recurso estilístico muestra con claridad la presencia del matriarcado dentro de la personalidad de Medea, además es un indicio de la fuerza que tienen los personajes femeninos dentro del desarrollo del conflicto. El tratamiento de personajes como el de la reina Mérope, que para Medea se parece a un animal domesticado en contraste con el tratamiento del personaje de Agameda que se presenta ante los ojos de Medea como lo terrible de la inteligencia femenina. Los personajes redondos son los femeninos, a excepción de Mérope. Pero también Christa Wolf logra presentar a las mujeres como diferentes facetas de la misma mujer, es decir, la representación de la mujer y su personalidad de acuerdo al contexto en el que ella se desenvuelve.
El texto de Christa Wolf tiene una relación heterodiegética con el texto clásico. Eurípides empieza su tragedia cuado Medea ha sido abandonada por Jasón para casarse con la princesa de Corinto y se lamenta por lo acontecido El tiempo en la novela de Christa Wolf tiene un tratamiento muy especial: hay una historia lineal que comienza cuando Medea ha despertado después de la noche de la cena en la que ella ha avergonzado a Jasón frente a los comerciantes extranjeros que ha recibido el rey Creonte, hasta cuando Medea ha recibido la noticia de que sus hijos fueron apedreados en le templo de Hera. La construcción temporal se complejiza gracias a que los personajes plantean su propia visión del devenir del tiempo en los monólogos que ha propuesto la autora. Son narradores personales que cuentan la historia desde su propio protagonismo en ella, por eso la estructura del tiempo da la sensación de tridimensionalidad de la historia.
Para las diferentes voces del texto el tiempo transcurre de acuerdo a su propia concepción de los acontecimientos. En el caso del monólogo de Jasón el tiempo transcurre rápidamente, además la mayoría de oraciones son transitivas y subordinadas. Esto divide al texto en dos: texto narrativo y texto psicológico descriptivo. En el caso de los monólogos de Medea se puede hablar de un tiempo más lento dado gracias al uso de oraciones simples intransitivas, es un texto mucho más psicológico que el de Jasón. El lector puede acceder al aletargamiento y al conflicto interno de Medea no solamente gracias a las descripciones de Medea sino también el lector puede contraponer los dos monólogos para interpretar el conflicto.
Más allá de la destreza de la autora de la novela, creo que Medea prueba que los conflictos humanos no tienen temporalidad. Que no importa como concibamos una obra, ésta se actualizará y se aplicará de acuerdo al contexto en el que se encuentre inmersa. Los motivos que Eurípides desarrollo siglos atrás se actualizaron en la sociedad en la que Wolf vivió y se actualizan en la que vivimos ahora, eso permite que los clásicos sigan vigentes a través del tiempo y de las sociedades
BIBLIOGRAFÍA:
Bajtin, Mijail, Estética de la creación verbal, Siglo XXI, Buenos Aires, 2008
Culler, Jonathan, Breve introducción a la teoría literaria, Crítica, Barcelona, 2000
Genette, Gerard, Palimpsestos, Taurus, Madrid, 1999.
Eurípides, “Medea” en Tragedias III, Cátedra, Madrid, 2001
Wolf, Christa, Medea, Debate, Madrid, 1996
[1] Eurípides, “Medea” en Tragedias III, Cátedra, Madrid, 2001
[2] Christa Wolf, Medea, Debate, Madrid, 1996, pág 219.
Bajtin, Mijail, Estética de la creación verbal, Siglo XXI, Buenos Aires, 2008
Culler, Jonathan, Breve introducción a la teoría literaria, Crítica, Barcelona, 2000
Genette, Gerard, Palimpsestos, Taurus, Madrid, 1999.
Eurípides, “Medea” en Tragedias III, Cátedra, Madrid, 2001
Wolf, Christa, Medea, Debate, Madrid, 1996
[1] Eurípides, “Medea” en Tragedias III, Cátedra, Madrid, 2001
[2] Christa Wolf, Medea, Debate, Madrid, 1996, pág 219.